domingo, 22 de abril de 2018

Latigazos que no duelen

Los latigazos que no duelen son, como todo el mundo puede adivinar, los que se dan en la espalda de otro. En este caso, me refiero a la condena de 800 latigazos, y no sólo eso, que se le impuso al poeta Ashraf Fayad por escribir un libro.
A Juan Luis Calbarro se le ocurrió servirse de su editorial, Los papeles de Brighton, para tratar de impedir esta salvajada. Fuimos 61 los autores que acudimos a su reclamo y surgió un libro muy recomendable, Palabras para Ashraf, que ya lleva algún tiempo en circulación. Ahora se trata de que esas palabras con las que se intenta vencer al látigo encuentren eco, o más bien oídos que las escuchen, ojos que las lean. He tenido la suerte de escuchar algunos de los poemas recitados por sus propios autores. Y tengo el libro, claro; lo tengo, porque creo que merece la pena conservar en las estanterías propias ese esfuerzo por hacer que este mundo sea un poco más civilizado, por conseguir que el fanatismo dé un paso atrás.
El caso es que el pasado día 12, acompañado en el evento por Elga Reátegui, hice una nueva presentación del libro, esta vez en la librería Clarión de Valencia, en donde quedan unos cuantos ejemplares. Con el fin de hacer la presentación más atractiva, unos cuantos poetas leyeron algunos de los poemas del libro. Creo que entre unos y otros invitamos a más de trescientas personas al acto, pero el resultado fue paupérrimo, apenas vino gente. Los participantes en el acto éramos más que los asistentes.
Ashraf Fayad merece mucho más. Su lucha por la libertad es la lucha de todos. Gracias a otros que cómo él arriesgaron sus vidas, y las perdieron muy a menudo, en algunas partes del globo terráqueo estamos a salvo de ciertas prácticas. Pero en otros lugares aún no se ha conseguido.


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