viernes, 18 de mayo de 2018

Es una suerte que se llame Torra

Y el otro Torrent. En la foto aparecen los dos fanfarrones, Torrent y Torra, Torra y Torrent, cada uno con su lacito amarillo, haciendo el chorra, que es lo que mejor hacen.
Han protagonizado una toma de posesión infantil. Los dos amagan, pero no dan. «Y luego, incontinente,/caló el chapeo, requirió la espada/miró al soslayo, fuese y no hubo nada.». Vaya dos, aún nos harán reír mucho. Les gusta amagar, hacer como que desafían, escenificar alguna que otra bravata, pero todavía ninguno de los dos ha sido capaz de dar un paso que les lleve a donde están esos a los que dicen que defienden. Pero más allá del ridículo lacito amarillo no van. Son egoístas, porque con el lacito empeoran la situación de los que presuntamente han delinquido, pero se lo ponen para salvar su cara, porque los empujaron a que delinquieran y ahora quieren hacer creer que no los dejan solos.
El lacito simboliza el derecho al pataleo de quienes no tienen agallas para ir más allá. Quieren conseguir una cosa por la fuerza y no tienen fuerza. Además, no tienen ningún derecho a lo que exigen. Cataluña se ha ido enriqueciendo gracias al sacrificio de las demás regiones españolas. Sin el sacrificio del resto de España, Cataluña sería muy pobre. Pero se inventan un pasado quimérico, se apoderan de lo que no es suyo, compran voluntades con el dinero de todos los españoles, y encima se enfadan.
Lanzan cuatrocientos artículos contra Torra, dice un de mente (hay de mente y de frese, los catalufos son de mente), y resulta que son cuatrocientos escritos de Torra. Le perjudican, claro. Está como una cabra, como todos los catalufos. Ellos mismos se ponen el lacito amarillo, que simboliza su impotencia. El de Torrent ya es muy pequeñito, como si quisiera no llevarlo, pero no atreve a quitárselo. 


No hay comentarios: