jueves, 17 de mayo de 2018

El donante que más vidas ha salvado

Fue un caso de buena suerte que la sangre de James Harrison tenga un raro anticuerpo que la convierte en mágica para otras personas y que lo descubrieran.
Pero hay que achacar a su buena voluntad que accediera a darla tan asiduamente que se le han contabilizado 1173 donaciones con las que se calcula que ha salvado la vida a casi dos millones y medio de personas.
Es imposible para la inmensa mayoría salvar a tanta gente. El se siente, lógicamente, muy satisfecho. Pero quien sólo ha podido salvar una y lo ha hecho se ha de sentir igual que él. Salvar no a una, sino a unas cuantas personas sí que está al alcance de la mayoría. Una gran cantidad de personas, al menos durante buena parte de sus vidas, tiene la posibilidad de dar sangre unas cuantas veces.
Ahora bien, el donante muchas veces se siente perplejo, porque aunque hace las donaciones de forma voluntaria y sin esperar nada a cambio, obtiene una enseñanza inesperada, puesto que comprueba que los malvados odian a las buenas personas. Quien acude a dar sangre con alguna regularidad es muy posible que lo sea, por lo que quienes no lo son ya se ponen se ponen en guardia.
La sociedad está organizada de tal modo que incluso los malos bichos hacen obras buenas. Con ello obtienen recompensas. Hay médicos y ATS que son muy malas personas, pero curan y salvan vidas. Y todas las personas ruines, ya sean médicos, gramáticos, matemáticos o floristas, sienten un odio africano, o un desdén estúpido hacia quien hasta es posible que haya salvado la vida a un familiar suyo.
Un donante de sangre siempre quiere salvar vidas, sean de quien sean, aunque se trate de su peor enemigo, o de la más estúpida de las personas. Quienes recogen esa sangre pueden no estar a la altura.

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