viernes, 16 de marzo de 2018

Queman la foto de Puigdemont

Lo ha hecho un elemento, como si se le hubiera caído la foto sin querer, en un lugar en el que previamente se habían colocado unas brasas. Casualmente, el citado elemento estaba dando la noticia de que quemar la foto del Rey no es delito.
Lo que no cabe en la sesera de ese elemento, porque debe de estar llena de serrín, es que quemar la foto del Rey no es delito, según la sentencia de ese tribunal, con la que particularmente no estoy de acuerdo, pero es de muy mal gusto y propio de un malasombra.
Tampoco se gana nada quemando la foto de Puigdemont, lo que ha de hacer este individuo es reconocer el daño causado y ponerse en manos de la justicia.
Quemar la foto del Rey en 2018 no es lo mismo que si se hubiera hecho en 1980 o 1985. En aquel tiempo habría sido obra de algún grupo reducido de gente, o incluso una acción individual. En las circunstancias actuales es muy diferente. Hoy en día el Rey es el dique más fuerte que hay contra la indecencia, es decir, contra las actitudes desleales, traidoras e incívicas. De eso se han dado cuenta los desleales, traidores e incívicos y tratan por todos los medios de desacreditar al Rey.
Fue magistral su discurso del 3 de octubre, ninguno de los que le atacan de modo perverso y bajuno, como es el caso del elemento este, podrá hacer jamás algo de esa magnitud. Ninguno de esos botarates le llega a la suela del zapato al Rey.
Que alguien quiera comparar a ese bufón de circo barato en que se ha convertido Puigdemont con el hombre de Estado que ha demostrado ser Felipe VI es risible por ridículo. La gente que está a la altura de Puigdemont aún nos ha de deparar muchos momentos para la vergüenza.
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