martes, 20 de marzo de 2018

La ira de Puigdemont

Un titular de prensa se refiere a la ira de ese personaje estrafalario y ridículo que presidió la Generalidad de Cataluña, con unos resultados desastrosos y al leerlo uno no sabe si reír o llorar.
Todo lo de ese individuo es grotesco, por lo que en un primer momento mueve a risa, pero enseguida aparece la evidencia del daño causado y se abre paso la irritación. Mucha gente se ha arruinado para siempre por culpa y aunque buena parte de los perjudicados sigue confiando en él, porque el nacionalismo es incurable, no por ello el daño hecho es menor.
El nacionalismo es tan malo que muchos nacionalistas se creen socialistas, lo cual es imposible porque no se puede ser nacionalista y socialista a la vez. El nacionalismo es egoísta y promueve la exclusión del diferente y la formación de barreras, mientras que el socialismo, en teoría, es internacionalista y solidario. ¿Cómo consiguen algunos concitar cosas tan dispares? Pues del mismo modo que lo consiguen los obispos. Ser nacionalista es cometer pecado, y sin embargo hay curas y monjas nacionalistas. Hacen piruetas mentales con el fin conciliar propósitos opuestos. ¿Cómo puede la Iglesia Católica bendecir una doctrina que incita al odio? De ninguna manera, pero lo hace. Y en cuanto empiece la campaña de la renta nos pedirá que pongamos la equis. ¿Cómo pueden los socialistas bendecir una doctrina que pregona la superioridad racial de unos sobre otros? Pues hay una lista larga de socialistas, supuestos, que van por ese camino.
Así que Puigdemont tiene ira … Lo que sería raro es que tuviera vergüenza. Y más raro todavía que tuviera el valor de dar la cara y entregarse a la justicia. En el juicio tendrá la posibilidad de defenderse y explicar sus razones. Pero a eso, evidentemente, no se atreve, porque no lograría convencer ni a los suyos.

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