martes, 16 de enero de 2018

Tabarnia ya tiene presidente

En situación normal, la idea de Tabarnia sólo podría ser considerada como una broma, algo sin sentido, pero ocurre que en donde los nacionalistas logran implantarse desaparece la normalidad, desaparece la razón y la locura se apodera de todo.
Boadella tuvo que irse de Cataluña, para escapar de aquel ambiente irrespirable. Invitó a alguien a pasear con él por las calles de Barcelona, para que viera con sus propios el nivel de degradación ciudadana. De vez en cuando saltan a los medios noticias de los vándalos que a menudo se acercan a sus propiedades.
Los nacionalistas siempre tienen la palabra democracia en la boca, porque no saben que sólo puede decirse que la hay en donde alguien que piense lo contrario que la mayoría puede caminar tranquilamente por sus calles. Los verdaderos demócratas tratan de rescatar Barcelona de los energúmenos que se han apoderado de sus calles.
Boadella es una de las personas que mejor conoce Cataluña, sabe llegar como pocos al alma del catalán. No pueden decir lo mismo esos que dicen defenderla y en realidad la están hundiendo y no les importa y que con el hundimiento se empobrezcan los catalanes y desaparezcan muchas de las cosas que dicen, de boquilla, amar.
Boadella es más catalán que todos esos sinvergüenzas y no cabe duda que el sufrimiento que le ha tenido que provocar ver la deriva infame a la que Pujol y sus secuaces abocaban a Cataluña le sirvió de acicate para irse.
Tabarnia no tiene más remedio que hacerse realidad, porque la locura de los nacionalistas es incurable. Sólo empiezan a meditar cuando pasan por la cárcel. El primer paso, con el nombramiento de Boadella está dado. En su discurso ha demostrado su conocimiento del mundo catalán al referirse en varias ocasiones a los rufianes, auténticos esperpentos de la comedia.
Los siguientes pasos en orden a la conversión de Tabarnia en una realidad tendrán que ser más formales.


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