domingo, 21 de enero de 2018

Los psiquiatras de Copenhague

En contra de que lo que se pueda pensar en un principio, no hay indicios de que en las embajadas se estudien los pormenores de los países en que están enclavadas, sino que todo apunta a que se limitan a defender, egoístamente, o sea, sin excesivos miramientos, sus propios intereses nación.
Esta falta de delicadeza quedó clara cuando un país tan orgulloso de sí mismo como Francia cometió la bajeza de proteger en su territorio a los etarras. Si Francia no se hubiera comportado de un modo tan infame no habrían surgido los GAL, sin que eso signifique que tenga toda la culpa, porque el gobierno español tampoco debió caer tan bajo.
Ahora tenemos otro asunto más o menos parecido, en cuanto a torpeza se refiere, y es la anunciada visita de Puigdemont a Copenhague, de la que no sólo cabe destacar el hecho de se le vaya a recibir, sino que además, en un alarde de mala educación y estupidez, los organizadores han mandado una invitación para acudir al acto a la embajada española. Supongo que habrá ido directamente a la papelera.
Se conoce que el entorno de Puigdemont en Bruselas, porque su partido en España debe de estar deseando desembarazarse de él cuanto antes, mendiga sin cesar ante los parlamentarios europeos, para que le concedan algún acto de relieve, con el fin de que los medios no se olviden de él, lo cual inevitablemente tendrá que ocurrir.
Si percibe algún riesgo en su desplazamiento a Dinamarca, puede apostarse a que no irá, porque ya ha demostrado que es un cagón.
Si finalmente va, porque le den garantías de que puede hacerlo, su actuación servirá para seguir perjudicando a Cataluña, para hundirla más económicamente y que un buen número de catalanes se queden sin trabajo. Pero el hecho de que el gobierno danés sea desleal no significa que todos los daneses sean tontos. Verán lo que hay.
Por su parte, los psiquiatras de Copenhague, cuando lo vean actuar y hablar, no tendrán dudas ya acerca de él.

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