miércoles, 17 de enero de 2018

Los locatis insisten con Puigdemont

No puede ser de otro modo. Estas gentes no tienen remedio. Bueno, algunas sí. Forcadell ya va meditando y tal vez en el futuro aún medite más, pero es porque tiene motivos particulares para hacerlo.
Al grueso de los locatis no le importa la realidad de las cosas, con la fugas de los cobardes, las fugas de las empresas, el miedo al corralito que se evidenció en un momento dado, la evidencia de los graves delitos cometidos, nada. A los locatis sólo les importa su enfermizo modo de interpretar el pasado, el presente y el futuro. Un pasado, un presente y un futuro repletos repletos de fantasía ilógica, de esperanzas pueriles y, sobre todo, de odio. Los locatis son personas transidas por el odio, el sentimiento más nocivo de todos, que lleva irremediablemente a la autodestrucción.
La parte no enloquecida de Cataluña, en el intento de salvar lo que se pueda de esa pulsión autodestructiva, se ha enrocado en Tabarnia, esa idea que no tiene más remedio que convertirse en realidad. Algunos descerebrados dicen que Tabarnia es una tomadura de coleta pelo, y es lógico que lo digan dada su condición citada. Aparte de que les gusta más la guillotina. Los rufianes tampoco están muy contentos con el surgimiento de Tabarnia, puesto que lo que les gusta es vivir sin trabajar, no dar golpe, no presentar propuestas que beneficien a los ciudadanos.
Unos y otros, los descerebrados y los rufianes, dicen que defienden a los trabajadores, pero a la vista de los resultados que obtienen mejor sería que no hicieran nada, sino que directamente trabajaran, para que supieran lo que supone ser un trabajador. Pero seguramente eso les da pánico y se lo montan para no necesitar hacerlo.
Lo de los locatis es peor. Muchos de ellos, que no tienen más remedio que trabajar, arriesgan sus puestos de trabajo y los de otros con su actitud. De hecho, bastantes los han perdido ya.

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