sábado, 9 de diciembre de 2017

Imagen del catalanismo en Bélgica

Podría ser la de ese señor de edad provecta que se ha desplazado a Bélgica y cuya foto disfrazado de separatista total recorre las redes. Digo disfrazado, porque si viste así todos los días está mucho peor, evidentemente.
Quizá se haya pagado el viaje de su bolsillo o acaso el desplazamiento haya corrido, en parte, por mi cuenta, porque las trampas que hacían los sinvergüenzas que gobernaban Cataluña son infinitas. Montoro a mí me tiene totalmente controlado, pero a esos ya se ve que no, que le venían colando gol tras gol.
El caso es que este señor de edad provecta disfrazado de separatista total ha ido a Bruselas a mostrar al mundo que el separatismo le ha sorbido los sesos por completo y que ya no queda ni un gramo de cordura en su cuerpo.
El separatismo es muy peligroso, hace mucho daño a quienes contagia y les paraliza el pensamiento en el mejor de los casos, porque a otros los induce a hacer trampas, mentir e insultar. Sería el caso de Puigdemont, por ejemplo, que también podría servir como imagen, pero es más dañino y más cobarde. Es un catalufo cobarde y grotesco.
Claro que también es grotesco Turull, que no ha podido ir a Bruselas porque el comisario no se ha dejado engañar. Conque quiere ir a comer coles, le habrá dicho.
Escot o Rahola también podrían servir como imagen del separatismo, éstos en versión histérica, aunque no me extrañaría nada que cobrasen por sus numeritos. Se espera que si calculan que pueden asumir todo el protagonismo también se dejarán ver por esa que a partir de ahora puede considerarse como la ciudad desgraciada, porque el hecho de haber sido elegida por ese sujeto y no habérselo sabido quitar enseguida de encima se va a hacer notar de forma negativa en los próximos tiempos.
El nacionalismo debería ser prohibido en toda Europa de forma urgente, porque es verdaderamente nocivo, como están pudiendo comprobar los demócratas de todo el mundo.

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