miércoles, 22 de noviembre de 2017

Rufián y lo rufianesco

Algún día habrá que tomar medidas para que los patanes no puedan acceder a la política. Cuando Colau accedió a la alcaldía de la segunda ciudad de España dijo que sólo acataría las leyes que le parecieran justas. ¡Qué vergüenza para los barceloneses! Y eso a pesar de que la locura ha infectado a bastantes de ellos.
Ahora llega Rufián y le dice a Rajoy que el único que tiene potestad para convocar elecciones en Cataluña es Puigdemont. Este señor, por nombrarlo de alguna manera, no tiene ni idea de lo que dice. El ahora prófugo era el representante del Estado en Cataluña y lo traicionó. Por eso ha huido cobardemente.
Para poder dedicarse a la política habría que pasar previamente un reconocimiento psiquiátrico que descartase cualquier anomalía que pudiera impedir o dificultar el normal desarrollo de sus funciones, como se sospecha que es el caso de bastantes de los diputados. Y también deberían someterse previamente los aspirantes a un examen de cultura general y de conocimiento de las leyes. Parece probable que en estas condiciones Rufián tendría que haberse buscado otro modo de ganarse la vida. Si a las pruebas anteriores hubiera que añadir la de saber guardar la compostura, queda claro que este señor no estaría molestando u ofendiendo continuamente a los ciudadanos normales.
Rufián se va a presentar a unas elecciones que considera ilegítimas, con lo cual demuestra que no le importa contradecirse, porque lo suyo es la mala educación y la cara dura.
Recibió la respuesta que merece, pero eso a él no le afecta ni le preocupa. Otra cosa sería si tuviera vergüenza. Le han contestado lo que cualquiera que tenga dos dedos de frente ya sabe, que quien gane las elecciones tendrá que ceñirse a la ley, porque si no lo hace ya sabe cuáles son las consecuencias.
Cualquiera sabe también que los de ERC no van a renunciar a los sueldos y las subvenciones que reparte su odiada España.

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