jueves, 16 de noviembre de 2017

La miseria moral de P.I.

Son muchos los vídeos, y seguramente también los artículos, en los que queda de manifiesto la miseria moral del líder de Podemos.
El hecho de que le vote tanta gente - con uno que le votara ya sería excesivo el número- sólo sirve para poner de manifiesto la degradación moral de la sociedad de nuestro tiempo, sobre todo si se tiene en cuenta que Podemos no es el único partido político que sirve como indicador de esta desagradable realidad.
Dada la naturaleza humana, la democracia es el menos malo de los partidos políticos. Cualquier otro, por muy bien que comience, acaba siendo peor en un plazo más o menos breve de tiempo. En democracia, vale lo mismo el voto de alguien de moralidad similar a la de Otegui o Iglesias, que el de Consuelo Ordóñez o Maite Pagazaurtundúa, pero hay más de los primeros que de las segundas, porque resulta mucho más fácil ser como ellos que mantenerse fiel a unos principios inmutables.
En mi opinión, los partidos destructivos no deberían ser legales. El debate está abierto. Cuando se legalizó Herri Batasuna muchos alegaron que así se podía saber cuántos partidarios tenía ETA. Eso es una ingenuidad. El número de los votos no permanece estanco y es muy fácil arrastrar a los cobardes hacia esa senda, como se va viendo.
Si se prohíben los partidos nefastos, o dicho de otro modo se exige que para que un partido político pueda ser autorizado tenga que demostrar de manera fidedigna su adhesión a los principios de la democracia, quienes albergan en su ser sentimientos o deseos contrarios al género humano tendrían conciencia de que no son correctos; en cambio, si son legales, el pensamiento fácil, tan propio de esta gente, le lleva a la conclusión de que puesto que es legal es correcto.
La democracia tiene muchas debilidades y lo que no se debe hacer es dar facilidades para que sus enemigos la ataquen y tengan posibilidades de éxito.

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