jueves, 14 de septiembre de 2017

Ni en Turquía pasa esto

Eso dice Puigdemont y tiene razón, pero con un pequeño cambio, porque él se refiere a España y es una parte de España, concretamente en la región catalana en donde se dan unos comportamientos tan antidemocráticos y tal desprecio de la legalidad que cabe pensar que en pocas partes del mundo los sinvergüenzas puedan actuar con tal descaro.
Puigdemont es carne de presidio y además le urge que se cumpla su destino. Pero no debería impacientarse, debería bastarle con fijarse con que todos los que en algún momento han representado algún problema para Rajoy han desaparecido del mapa y lo han hecho para siempre, así que ya debería ser consciente de que está en la agenda y que cuando menos se lo espere irá preso, para befa y escarnio de los que ahora le aplauden.
Los empresarios catalanes se han dado cuenta de que se aproxima el desastre. ¡Alabado sea el Señor! ¡Por fin! Esto se viene fraguando desde 1978 o desde antes, pero en ese año se concretó el camino que iban a seguir y que ellos mismos han estado alentando y financiando. Y ahora estos sesudos empresarios, tan circunspectos y pagados de sí, tan formales, se han dado cuenta de que ese camino no lleva al paraíso, sino al infierno. Pues como no den un golpe de mano y destituyan a Puigdemont...El desprestigio para Cataluña y para ellos está adquiriendo unas dimensiones inconmensurables. Sólo faltaba que se unieran a la fiesta Otegui, Assange, Iglesias, que entre novia y novia encuentra tiempo para ensuciar más cosas…
El nacionalismo hace mucho daño allá en donde echa raíces. En el campo de la moral también. Se está perdiendo el sentido de la responsabilidad, ya no se piensa en contribuir al bien común, sino que se ha instalado en el ánimo de muchos el derecho a satisfacer caprichos. La gente necesita ‘sentirse’ algo y si no se ‘siente’ no mueve un dedo.

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