miércoles, 13 de septiembre de 2017

El peso económico de Cataluña

Seguramente es cierto que la economía catalana representa la quinta parte de España, pero no lo es que si Cataluña se independiza España perderá esa quinta parte.
Y no lo es porque si ocurriera tal cosa todas las grandes empresas, incluso las que financian el independentismo, emigrarían a lo que quedara de España. También lo harían todas las pequeñas que pudieran. Y eso es así porque aunque el nacionalismo funciona como una religión cuyos fieles tienen la fe del carbonero, el dinero es el dios más venerado. Pocos le vuelven la espalda.
España perdería entre la catorceava y la quinceava parte de su economía, porque luego los catalanes tendrían que seguir comprando los productos acostumbrados y habría que importarlos de España. Esos catalanes que quisieran comprar Gallina Blanca no entenderían que el gobierno catalán los gravara con abultadas tasas.
Se pueden hacer proyecciones de futuro cuando se prevé que los condicionantes se mantengan estables, pero si ha de haber algún cambio grande hay que tener en cuenta las repercusiones de ese cambio.
Por muy nacionalista que sea Isidro Fainé, por decir uno que seguramente lo será mucho, y lo sean también miembros del consejo de administración de su banco, al final hay que hacer números y eso es lo que cuenta.
Y si se trata de empresas que están en Cataluña por criterios puramente comerciales, el catalanismo ha de ser un incordio para ellos, que si lo soportan no será de muy buen grado. Si se vieran en la tesitura todavía les costaría menos emigrar a otra parte.
Digamos, pues, que a los catalanes, nacionalistas o no, les conviene que el Estado no les permita satisfacer su capricho, totalmente infundado y carente de razón por otra parte. Cataluña no siempre fue igual de próspera; de hecho, durante muchos siglos fue la región más pobre de España. Puigdemont y compañía quieren que lo vuelva a ser.

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