sábado, 16 de septiembre de 2017

El pánico escénico de Colau

Lo primero que dijo al lograr la alcaldía -en cuyo desempeño lo hace casi tan mal como Ribó- fue que sólo respetaría las leyes que le parecieran justas.
Si después de enterarse de esto alguien dice que no debería tener ese cargo sino estar vendiendo pescado, enseguida se fotografía con cinco pescaderas. No debe de ser difícil para ningún alcalde, por el motivo que sea, fotografiarse con cinco pescaderas. O con cinco peluqueros.
El caso es que ahora, después de anunciar que respetaría las órdenes recibidas de los tribunales de justicia, aunque sólo sea por miedo a ser inhabilitada, ha sentido vértigo al sentirse dentro de la ley y el orden y ha urdido una añagaza para burlar la ley, sin sentir su peso sobre su cabeza luego. O eso cree ella, que seguramente piensa que es la más lista de la clase.
Pero más bien parece que Puigdemont, el pillastre Puigdemont, le ha tendido una celada para que se suba a su barco. Su intención es la de que le acompañe en su hundimiento el mayor número posible de gente. Su ego habría sufrido mucho al verse inhabilitado y con un horizonte no muy alejado de cárcel mientras ella tomaba las riendas de la Generalidad.
Por otro lado, un alcalde bobo se ha servido del aserto que dice que si alguien debe mil euros al banco y no los puede pagar tiene un problema, pero si debe mil millones el problema lo tiene el banco, porque cree que es aplicable a lo de los alcaldes. Pero la Justicia no tiene ningún problema, aparte del tiempo que pueda necesitar. Si delinque un alcalde, se le juzga, si delinquen 700 se les juzga. Es que además la Justicia tiene la obligación de hacerlo. No hay más remedio. Y si no hay bastantes cárceles, se habilita un edificio como tal, mientras se construye una nueva.
Así que Colau debería saber que en democracia no hay más remedio que cumplir la ley. Gandhi no vivía en un país democrático.

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