domingo, 6 de agosto de 2017

Manifestación en Galdácano

Un etarra, Pedro del Hoyo Hernández, murió en la cárcel, que es el lugar en el que deberían morir todos los etarras, siendo indistinto que la causa de la muerte sea el infarto o cualquier otra enfermedad natural. El mejor freno contra ETA, y quizá el único, es Covite, esa asociación que cuida únicamente los intereses de las víctimas del terrorismo, que somos todos, porque los etarras quisieron aterrorizarnos a todos y condicionaron y siguen condicionando la vida política de España. Pero necesita mil suscriptores, a diez euros al mes, y no los tiene. Si tuviera dos mil podría hacer más cosas.
Quienes sienten ganas de vomitar cuando leen o escuchan las declaraciones de Otegui, o de cualquier otro etarra, deberían entrar en la web de Covite, pinchar en el apartado Ayúdanos y suscribirse. Por el bien de España, para impedir que nos acostumbremos a la vileza, a la abyección, a la indignidad.
Quizá hayamos venido al mundo a cumplir una misión. La de algunos, como los que se manifestaron en Galdácano, como los vecinos de Andoáin que no mandan cartas al buzón de Joseba, como los de Alsasua que se solidarizan con los cobardes agresores de los guardias civiles y sus parejas, y como otros muchos miserables, es la demostrar el alto grado de miseria moral al que es capaz de llegar el ser humano.
Como dijo Pío Baroja, el hombre está un milímetro por encima del mono, cuando no un centímetro por debajo del cerdo.
La legislación española es muy blanda con los etarras. Si existiera la cadena perpetua nos habríamos ahorrado muchos atentados y seguramente todos los ridículos, porque no habría habido negociación alguna con la banda, ni huelgas de hambre. Cadena perpetua pura y dura, nada de revisable. Si algún etarra optara por colaborar con la justicia y ayudara a esclarecer los atentados pendientes, habría que aplicar alguna suerte de indulto razonado y con condiciones.

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