sábado, 26 de agosto de 2017

A Puigdemont le queda poco

Sabe el elemento este que tienen los catalanes como presidente que su tiempo se acaba y quiere que sea de forma gloriosa, lo que ocurre es que su mentalidad es muy retorcida y piensa que mediante la mezquindad se puede conseguir lo que pretende.
Acusa a Rajoy de hacer política con la seguridad de los catalanes. Pero quien no puso los marmolillos en las Ramblas, como había recomendado el ministerio del Interior, fue Colau. Ella dice que la culpa del atentado la tiene el terrorista, pero fue quien no supo proteger la vida de los viandantes. Fue la que, con su imprudencia, arriesgó la vida de otros.
Son los separatistas catalanes, entre los que está Puigdemont, los que han fomentado la presencia masiva de musulmanes en Cataluña y, luego, pendientes de su desvarío independentista, no les han prestado atención y no han sabido ver que se generaban grupos extremistas y si no los habían detectado tampoco podían vigilar sus actividades.
Fueron los Mozos de Escuadra, o más concretamente sus jefes los que demostraron su ineptitud cuando la explosión de Alcanar. Señoría no exagere, le respondieron a la juez. Tampoco permitieron la entrada de los TEDAX.
Cataluña es hoy en día el lugar más vulnerable de España para el terrorismo islámico, eso significa que es el lugar en el que hay posibilidades de que atente. Aunque también otros alcaldes se negaban a atender las recomendaciones del ministerio, actualmente ya le están haciendo caso, en el paseo Marítimo de Valencia, por ejemplo, con lo cual, implícitamente, están acusando a Colau, y respirando aliviados porque el atentado no se cometió en su ciudad. Pero en Valencia y otros lugares la Policía Nacional y la Guardia Civil no habrían tenido problemas para entrar.
La culpa, sí, la tiene el Estado, pero es por haber sido tan complaciente con los indeseables a lo largo del tiempo.
Puigdemont se ha encontrado con unos aliados que no debería, como el Secretario General del PSOE, y otros que ni siquiera deberían estar en la política. Pero nada podrá evitar que se cumpla su destino, que es irse por el sumidero.

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